"La evolución de la lectura en Mi pequeña guerra inútil es producto de la tensión en cierta lógica de la cadena mecánica rota, por la que la rueda de la locura queda girando sin más tracción que su propio delirio. Hasta que se detiene. Pero se detiene, y ahí la fórmula de la desmemoria, para la relectura… En esta novela que nunca termina (como no termina el discurso, como no termina la forma de sufrir del cuerpo humano, porque tener consciencia de la muerte ya es una forma de empezar a sufrir), todo se hace evanescente, capaz de repetir esa imposibilidad de transferencia del dolor.
En esa línea que el tiempo delimita como pasado, esta es la quinta novela de Pablo Farrés. Es también un hito de su construcción fantástica." Omar Genovese.
"La evolución de la lectura en Mi pequeña guerra inútil es producto de la tensión en cierta lógica de la cadena mecánica rota, por la que la rueda de la locura queda girando sin más tracción que su propio delirio. Hasta que se detiene. Pero se detiene, y ahí la fórmula de la desmemoria, para la relectura… En esta novela que nunca termina (como no termina el discurso, como no termina la forma de sufrir del cuerpo humano, porque tener consciencia de la muerte ya es una forma de empezar a sufrir), todo se hace evanescente, capaz de repetir esa imposibilidad de transferencia del dolor.
En esa línea que el tiempo delimita como pasado, esta es la quinta novela de Pablo Farrés. Es también un hito de su construcción fantástica." Omar Genovese.