renoir
bajo el ritmo hay un tono, una mansedumbre…
historias que no son historia sucesos mínimos recogidos en una suerte de respiración, lo que podría llamarse tal vez una atmósfera
es difícil crear una atmósfera porque se trata del espacio entre las cosas o los sucesos, pienso en Renoir y mucho antes en velázquez o rembrand, pintar niños sin niños, o la mirada sin objetos o el acto sublime de escuchar… eso es una suerte de milagro
en ese milagro es donde se manifiesta la poesía de mariana robles… cómo decirlo, cómo hablar precisamente de ese espacio donde se manifiestan las cosas que han dejado de ser cosas, en esa aura vacía que sostiene lo ausente?
cómo no interpretar, cómo hacer para no interpretar, cómo hacer para que las imágenes o las palabras no remitan a otra cosa? la interpretación es la ilusión de que existe allí, en el cuadro o el poema, algo que uno puede captar dándole un sentido precisamente a lo que no tiene un sentido, el solo decir es ya un alejamiento: de lo que trata el poema es de volver al no decir, digamos, a la sorpresa de la pérdida… que se llama poesía
no hay cosas, más bien hay el retiro o la disolución de las cosas, de los cuerpos, de las fechas, y entonces de la aparición… de apariciones… un brotar de algo así como un sueño… me animaría a sumar otros nombres: balthus… las atmóferas… los niños… o la pintura de ese inconcebible vermeer, donde una taza es un puro azul sin taza…algo así como si fuera para siempre
hay algo de inusitado en esbozos, perfiles, manchas, colores… es como si de pronto el relato, un relato que no relata nada, se abismara… hay que detenerse en los últimos versos del poema, de los poemas… al azar: el amor nos arrojó a la caza de un espectro que la carne soberbia ya olvidó… en un jardín desordenado y rasgado que Renoir pintó para su inmortalidad… el impresionismo fue para Renoir la visión sin artilugios, el despliegue del viento que algo trae, aunque no se sepa muy bien qué…
hay que leer el origen del arte, allí la infancia no es un recuerdo, clama y devora el pensamiento… habita la mente como una enredadera… ¡la infancia! Bonino le enseñaba música a los niños, porque la alegría es un ritmo, el quejido brusco de las letras… En el canto volándose… en la tierra seca que siempre canta…
todoconteniéndose y derramándose en una suerte de tristeza constante, cálida hasta el borde del llanto… pero ausentándose para no herir, diría una tristeza sin melancolía, una tristeza (contemplación de lo que se ha extinguido) recatada, propia, o -sin exagerar- inmaculada… mira piadosamente aRenoir, que ebrio, muy ebrió, se desliza fuera, en la noche…
el efecto escalofriante de la belleza en el retrato inanimado… la historia del arte rescató las obras y a Renoir pero nadie advirtió la mortal expresión de sus manos, el motivo singular de toda pintura…
todo así… las palabras extinguiéndose y renaciendo, calmas, tan calmas que se aproximan vacilantes a la angustia, o mejor dicho al momento anterior a la angustia, ese instante inaprensible done las palabras dicen aquí estoy… o soy un poema…
se ha llorado tanto que ahora mejor contemplemos esto que se va, que ya se ha ido para siempre dejando la simple (¿simple?) estela de un pájaro en el cielo, de una gota de lluvia en la tierra seca… más, mis palabras quieren sólo señalar, hay más, mucho más…
ritmo – tono – mansedumbre… palabras, y detrás, o mejor dicho en las palabras, como palabras, el silencio, una gracia, la comunión con el vacío, el llegar de nada… el milagro de lo que aparece y se brinda y es
-OSCAR DEL BARCO-
renoir
bajo el ritmo hay un tono, una mansedumbre…
historias que no son historia sucesos mínimos recogidos en una suerte de respiración, lo que podría llamarse tal vez una atmósfera
es difícil crear una atmósfera porque se trata del espacio entre las cosas o los sucesos, pienso en Renoir y mucho antes en velázquez o rembrand, pintar niños sin niños, o la mirada sin objetos o el acto sublime de escuchar… eso es una suerte de milagro
en ese milagro es donde se manifiesta la poesía de mariana robles… cómo decirlo, cómo hablar precisamente de ese espacio donde se manifiestan las cosas que han dejado de ser cosas, en esa aura vacía que sostiene lo ausente?
cómo no interpretar, cómo hacer para no interpretar, cómo hacer para que las imágenes o las palabras no remitan a otra cosa? la interpretación es la ilusión de que existe allí, en el cuadro o el poema, algo que uno puede captar dándole un sentido precisamente a lo que no tiene un sentido, el solo decir es ya un alejamiento: de lo que trata el poema es de volver al no decir, digamos, a la sorpresa de la pérdida… que se llama poesía
no hay cosas, más bien hay el retiro o la disolución de las cosas, de los cuerpos, de las fechas, y entonces de la aparición… de apariciones… un brotar de algo así como un sueño… me animaría a sumar otros nombres: balthus… las atmóferas… los niños… o la pintura de ese inconcebible vermeer, donde una taza es un puro azul sin taza…algo así como si fuera para siempre
hay algo de inusitado en esbozos, perfiles, manchas, colores… es como si de pronto el relato, un relato que no relata nada, se abismara… hay que detenerse en los últimos versos del poema, de los poemas… al azar: el amor nos arrojó a la caza de un espectro que la carne soberbia ya olvidó… en un jardín desordenado y rasgado que Renoir pintó para su inmortalidad… el impresionismo fue para Renoir la visión sin artilugios, el despliegue del viento que algo trae, aunque no se sepa muy bien qué…
hay que leer el origen del arte, allí la infancia no es un recuerdo, clama y devora el pensamiento… habita la mente como una enredadera… ¡la infancia! Bonino le enseñaba música a los niños, porque la alegría es un ritmo, el quejido brusco de las letras… En el canto volándose… en la tierra seca que siempre canta…
todoconteniéndose y derramándose en una suerte de tristeza constante, cálida hasta el borde del llanto… pero ausentándose para no herir, diría una tristeza sin melancolía, una tristeza (contemplación de lo que se ha extinguido) recatada, propia, o -sin exagerar- inmaculada… mira piadosamente aRenoir, que ebrio, muy ebrió, se desliza fuera, en la noche…
el efecto escalofriante de la belleza en el retrato inanimado… la historia del arte rescató las obras y a Renoir pero nadie advirtió la mortal expresión de sus manos, el motivo singular de toda pintura…
todo así… las palabras extinguiéndose y renaciendo, calmas, tan calmas que se aproximan vacilantes a la angustia, o mejor dicho al momento anterior a la angustia, ese instante inaprensible done las palabras dicen aquí estoy… o soy un poema…
se ha llorado tanto que ahora mejor contemplemos esto que se va, que ya se ha ido para siempre dejando la simple (¿simple?) estela de un pájaro en el cielo, de una gota de lluvia en la tierra seca… más, mis palabras quieren sólo señalar, hay más, mucho más…
ritmo – tono – mansedumbre… palabras, y detrás, o mejor dicho en las palabras, como palabras, el silencio, una gracia, la comunión con el vacío, el llegar de nada… el milagro de lo que aparece y se brinda y es
-OSCAR DEL BARCO-